Tras milenios de convivencia, los humanos empiezan a entender qué
quieren trasmitir los perros cuando menean la cola: si el movimiento va
hacia la izquierda, el animal genera una reacción de tensión en sus
congéneres; si va hacia la derecha, la sensación es de indiferencia o
atracción. Así lo ha revelado un estudio publicado en la revista Current Biology por investigadores de la Universidad de Trento (Italia).
«Aunque
parezca mentira, es la primera vez que la ciencia saca algo en limpio
sobre los mensajes contenidos en los movimientos repetitivos de la cola
de los perros», comenta Marc Bekoff, etólogo de la Universidad de
Colorado, no implicado en el estudio. Hasta ahora se sabía que los
perros se comunican con la posición de su cuerpo (la erguida de
intimidación, la agachada de miedo, la semiagachada de juego), con la
forma de ladrar (el agresivo gruñido, el sumiso gimoteo) y hasta con sus
olores (sus glándulas anales emiten unas feromonas que los otros perros
detectan). Sin embargo, no se sabía nada sobre el significado de un
meneo de cola más o menos amplio o con un recorrido concreto.
En
el 2007, los autores del estudio empezaron a aclarar el asunto.
Analizando mediante resonancia magnética el cerebro de unos perros,
detectaron que cuando se les expone a una imagen tranquilizadora -como
la de sus amos- se les activa el hemisferio izquierdo, lo que se traduce
en un meneo más acentuado hacia la derecha. En cambio, cuando se les
expone a una imagen intimidatoria -un perro desconocido en actitud
agresiva- ocurre lo contrario. «En décadas de observación no se había
detectado esta tendencia a ladear la cola más hacia un lado», comenta
Oriol Ribas Recolons, biólogo experto en comportamiento canino.
RESONANCIA
ACÚSTICA / El último estudio añade una pieza más al puzle. En el
experimento se le enseña a un perro la imagen de otro que menea la cola,
mientras se le monitoriza el latido del corazón. Cuando el de la imagen
la menea hacia la derecha, se queda tranquilo. Cuando por el contrario
la menea hacia la izquierda, el latido cambia, lo que sugiere tensión.
En otras palabras, la sensación de alerta o su opuesto se transmite
entre perros con el movimiento de la cola.
«No soy un experto en
perros: he llegado a interesarme en su cola porque me interesa entender
por qué los dos hemisferios del cerebro tienen especializaciones
distintas», explica Giorgio Vallortigara, coordinador de la
investigación. Hay muchos órganos dobles (pulmones, riñones), pero
normalmente los dos desempeñan la misma función. «Los hemisferios del
cerebro, por el contrario, tienen funciones distintas: por ejemplo, un
ictus en la izquierda puede dejar sin habla, y uno en la derecha, sin
orientación espacial», añade.
Esta especialización del cerebro se
refleja en partes del cuerpo que también están desdobladas, como en la
preferencia de una u otra mano al escribir. «Pero a mí me interesaba ver
si se reflejaba también en órganos no desdoblados, como la lengua de
una rana o la cola de un perro», dice Vallortigara. La asimetría o
lateralización del cerebro tiene mucho misterio, prosigue el científico.
«Por ejemplo ¿que ventaja tiene localizar funciones distintas en cada
lado? O ¿por qué la asimetría se repite en casi todos los ejemplares de
una especie: por ejemplo, por qué solo el 10% de las personas son
zurdas, y no la mitad?», se pregunta.
«Sabíamos que la asimetría
del cerebro tiene que ver con la elaboración emocional: en pacientes con
ictus en la parte delantera izquierda del cerebro se registran muchos
casos de depresión, mientras que quienes tienen la misma condición en el
hemisferio derecho pueden ser exageradamente optimistas», observa
Vallortigara. Estas observaciones son consistentes con lo que ocurre con
los perros, en los que la activación de cada hemisferio,
correspondiente a menear la cola en una u otra dirección, equivale a
reacciones emocionales opuestas.
CAUTELA / Vallortigara es
cauteloso en la interpretación de sus resultados. «¿Lo que vemos es
comunicación o una reacción instintiva?», pregunta. No está claro si un
perro elige intencionadamente menear la cola a la izquierda para
intimidar a otro perro o solo reacciona automáticamente ante estímulos
externos. «Creo que hay más que eso. Los perros son capaces de enviarse
mensajes sofisticados. La comunicación por medio de la cola tiene que
ser una señal compleja, que combina la dirección con la amplitud y el
recorrido concreto. Estos estudios son un gran inicio para una
investigación de largo plazo».