miércoles, 6 de abril de 2016

LOS COLLARES DE PINCHOS: MANUAL DE (NO) USO



Creo firmemente que los perros no nacen para pasear atados de una cuerda. Y también creo firmemente en el respeto a las personas y a la norma social, por ello, nuestros perros deben aprender a pasear atados, porque son muchas las situaciones en las que así debe ser. Es obligado para los propietarios de perros ser extremadamente educados con las personas que no comparten nuestra pasión, en todos los aspectos (el tema de no ser cívicos y recoger los excrementos los perros en algunos lugares clama al cielo, joder, no cuesta nada recoger la caquita).

La mayoría de comportamientos que enseñamos a nuestros perros al educarles son comportamientos normales y naturales que ellos ya saben hacer.
Es curioso, muchas veces en los cursos pregunto a los aprendices “¿Cuántos de ustedes enseñaron a algún perro a sentarse?” Y casi todos levantan la mano, afirmativamente…¡Respuesta equivocada! ¡Ya sabían hacerlo, ustedes simplemente pusieron “nombre” a esa acción, para que su perro responda cuando se lo pidan!

Pero el aprendizaje del paseo con correa es del todo antinatural, el perro no sabe pasear con esa limitación de movimientos. Es especialmente importante un aprendizaje correcto y totalmente libre de miedo. Muchos de los problemas de comportamiento aparecen por una mala gestión del miedo y del estrés en esos paseos. Es fácil intentar empatizar con un perro al que ponemos por primera vez una correa y su collar para salir a la calle. Seguro sintió una enorme inseguridad ¡Y es nuestra obligación como propietarios y como entrenadores enseñarle que no es un problema caminar con correa, puede ser un paseo igual de agradable!
Muchos perros no acaban de gestionar bien el paseo atados, los motivos son diversos:

- Miedos y estrés, que aumentan al sentirse sujetos, sin posibilidad de escape. Entonces caminan, tiran y van jadeando sin apenas olisquear y sin saber hacia donde escapan. En ocasiones se muestran muy reactivos a diferentes estímulos.
- Comportamiento aprendido y muy bien reforzado, ¡Si tiro de la correa, llego antes a los sitios que me gustan, incluso recibo grandes premios, como soltarme en el parque!
- Falta de autocontrol, perro joven en proceso de aprender que la mejor forma de acceder a algo es controlarse.

El paseo con tensión en la correa es un comportamiento que nos exaspera, nos irrita y va deteriorando nuestro vínculo con nuestro peludo. Y buscamos una forma de corregir el problema. Aquí viene el gran debate. Como en muchos temas educacionales, la forma de enseñar las normas de convivencia enfrenta a diferentes profesionales que ven el entrenamiento canino de diferentes maneras.
Algunos profesionales y muchos propietarios recomiendan el uso de correcciones, castigos y métodos punitivos para que cese ese comportamiento indeseado. Una herramienta muy empleada para ese fin es el collar de PINCHOS.

Intentaremos en este artículo dar razones de peso para no utilizarlo, e intentaremos escapar de demagogias y faltas de argumentos sólidos.

Últimamente veo algunos profesionales algo irritados, que intentan a toda costa desacreditar el entrenamiento sin castigo. Dicen que no se pueden corregir los problemas en positivo, es imposible en algunos perros… ¡No nos dieron información sobre el problema y el perro, nos dieron información sobre su escasa formación para utilizar el refuerzo positivo! ¡Nos informaron que para ellos es imposible!
Centrándonos en el collar de pinchos, primero aclarar que la mayoría de gente que lo utiliza, al igual que algunos profesionales, no está pensando en maltratar ni en perjudicar a su perro. Simplemente optaron por el uso de este collar como una herramienta más, por desconocer posibles consecuencias comportamentales o recomendaciones, incluso aunque cese la tensión de correa en los paseos, o por ser la técnica que conoce el profesional, no tuvo oportunidad de aprender otra metodología e intenta aplicarla de una manera suave en cuanto a aplicación de correcciones, intentando a su manera mostrar respeto.

Por desgracia para los peludos también hay un número pequeño de entrenadores que vive en constante enfrentamiento con los perros y disfrutan sometiéndoles o generando dolor, aún conscientes de que existe otra forma de trabajar. Son maestros en conseguir que un perro les tema más a ellos que a cualquier otro elemento del entorno, consiguiendo que el perro se abstraiga de todo. ¿Qué sentido tiene afirmar que todos los perros necesitan ser castigados y entrenados con un collar de pinchos?

A la hora de expresar nuestra opinión sobre este sistema de sujeción tras la aclaración anterior, me gustaría dar paso a la rotundidad: NO ME GUSTA EL COLLAR DE PINCHOS, debería estar prohibido (por algo debe tener este tratamiento legal en varios países como Nueva Zelanda, partes de Australia, Suiza, Austria etc. e incluso hay un movimiento en marcha para hacerlos ilegal en Alemania)
Ni siquiera me parece una herramienta válida usada por un profesional. Motivos, muchos y variados, podríamos incluso omitir el primero de todos, ético y fundamental: Hay otras formas, no crueles, doloras ni molestas para enseñar a los perros a no tirar de la correa (entrenar con refuerzo positivo, arneses easy walk etc.).

Esta primera razón debería bastar para generar un consenso entre todos los profesionales que, supuestamente, amamos y respetamos a los perros.
Basta con mirar el diseño del collar, posiblemente una evolución de las carlancas (collares de pinchos hacia fuera) utilizadas en perros de pastor para protegerse del ataque de lobos.Es una herramienta, que si bien hay que reconocer que sus puntas son romas, está diseñado para generar DOLOR, MOLESTIA o INCOMODIDAD (dependiendo de la sensibilidad del perro y un manejo de la correa más suave o más cruel).

Es curiosa la afirmación de “No pasa nada, no duele..” ¿queeeeee????????? De los argumentos utilizados para defender esta herramienta que evoca visualmente a la tortura, este es fácilmente desmontable… si no molesta, ni duele ni incomoda, no habría ningún cambio en el comportamiento, el perro seguiría tirando de la correa… Además, es fácil probarlo en nosotros, pero siempre alguien dirá que el cuello de los perros es más duro… bien lo pondremos en un árbol y daremos un tirón brusco y fuerte.. ¡vaya, parece que sí debe de doler, porque se clava o arrancó trozos pequeños de corteza!!!

Otro argumento de los defensores de este collar es la teoría de que los dominantes y las madres lanzas pellizcos en forma de mordiscos al cuello del perro que hace un comportamiento indeseado o reta la jerarquía de la manada. Estos pinchos emularían esos mordiscos, haciendo efectivas las correcciones. Pues bien, no me creo esta teoría, mucho menos porque tengo sentido común ¿que un perro supuestamente alfa, muerda en el cuello a otro porque le ha adelantado un paso y no camina a su lado? Podéis imaginar una manada en formación y su líder vigilando que ningún perro del grupo rompa esa formación, haciéndoles caminar a la altura de sus rodillas? Yo no me creo esta teoría naturalista, precisamente por antinatural.
Motivos más técnicos y que la ciencia avala para el NO USO del collar de pinchos:

- Los perros aprenden por asociación. PAVLOV lo demostró hace muchos años, nos referenció a la importancia del condicionamiento clásico. Anteriormente dimos razones sobre como un perro puede sentirse inseguro al aprender a caminar con correa, es del todo antinatural y le va a costar entender porque va atado… Imaginemos un perro joven, muy social, que saluda demasiado “efusivo” a otros perros y personas.

Un entrenador propone un collar de pinchos y te informa que al ir hacia persona o perro, para evitar su “mala educación” des un tirón seco y brusco para que aprenda que esa no es la manera correcta de interaccionar. Seguro todos los adiestradores estamos de acuerdo en que los perros aprenden por asociación, entonces ¿por qué no admitimos el riesgo real de que el perro asocié ese dolor y corrección a la presencia cercana de niños, perros o persona? O cualquier estimulo de ese entorno.
Estamos adiestrando a nuestro perro a tener miedo de ser social, la cercanía de perros o personas evoca miedo, genera dolor.

- El aprendizaje es limitado, el perro aprende a no hacer algo por evitación, para escapar de un estimulo aversivo. Cuando desaparece el collar de pinchos, el perro vuelve a tirar. Este tipo de aprendizaje podría deteriorar el estado emocional del perro, por ser un elemento que genera dolor y obviamente activa los canales de la ansiedad. La ansiedad mal gestionada, generaría otros problemas en la convivencia diaria, deteriorando vínculo con propietario.

- El reflejo del dolor suele ser la agresión. Perros entrenados con castigos y con collares de pinchos se muestran más reactivos y mayor predisposición a la agresión.

- En perros con alguna lesión de espalda o cuello, este collar agravaría el problema.

Espero este articulo os invite a la reflexión profunda. Algunos collares pueden ser muy peligrosos….

Jaime Vidal, Santi (Más que guau)

(Artículo extraído de Sr.Perro)