viernes, 26 de enero de 2018

MI PERRO NO ES UNA MASCOTA, ES MI FAMILIA

A menudo suelen decir que quien nunca ha tenido una mascota, quien nunca ha descubierto lo que es vivir con un gato cautivador o con un perro obsesionado en pedirte un poco de atención, no sabe lo que es el amor más puro y desinteresado…Ese que se ofrece a cambio de nada, el que carece de resentimientos y que calladamente, y a través de pequeños detalles, va haciendo de tu vida un escenario más plácido, agradable y auténtico.
Entendemos el término mascota como a ese animal domesticado que convive con los seres humanos. Sin embargo, podríamos decir que esta idea va más allá: no sólo convive, son parte esencial de la propia familia.
Es posible que para mucha gente esta idea sea difícil de entender, en especial si nos centramos solo entender la palabra familia como esa unión a través de la sangre que establece un tipo determinado de relación y parentesco.
Ahora bien, en realidad esta palabra contiene muchos enfoques. En ocasiones, la sangre no es bastante para “crear familia”, porque son los vínculos basados en la reciprocidad, las relaciones significativas y esa autenticidad del día a día la que nos une, la que hace que necesitemos a nuestro alrededor tanto a personas como animales.
Toda emoción positiva, venga de donde venga nos enriquece y nos hace crecer. Así pues, no pasa nada si a nuestras mascotas les hacemos cada día ese hueco en el sofá junto a nuestras parejas o nuestros hijos.
Puede que alguien se ría si les explicas que cada mañana te viene a despertar tu gato, o si tu perro te intuye antes tus tristezas que tu propio padre.
También ellos forman parte de nuestra vida emocional, y por ello, los acogemos, los integramos y los reconocemos como parte íntima de nuestro microcosmos particular. De nuestra familia.

Cuando somos adoptados por una mascota

perro-con-chica
¿Has experimentado ya lo que supone ser adoptado por una mascota? Cuando un animal llega a nuestra vida nos observa con timidez y asombro, porque el mundo de los humanos es a veces demasiado complejo para él.
Las personas somos volubles, almacenamos momentos de ira e instantes de felicidad, en ocasiones practicamos el rencor y lo que hoy no nos gusta mañana nos apasiona. En cambio ellos, los gatos, los perros, son siempre iguales y solo esperan una cosa: que los quieras.

Cuando somos adoptados por una mascota cambian muchas cosas en nuestro interior de las que no nos damos cuenta. Sin embargo ellos, a través de sus miradas limpias, juguetonas y sinceras, saben leer muchas más cosas de las que pensamos.
– Al adoptar a una mascota descubrimos de pronto, que somos el centro de atención de un animal, quedepende de nosotros… y nosotros de ellos. Adoramos ese instante en que llegar a casa, y ser recibidos con esa alegría desbordante.
– Ellos necesitan ser integrados en la familia como un miembro más. Les gustan las rutinas, los hábitos y que siempre les tratemos de la misma forma, sin incongruencias.
– Cuando la adopción se convierte en plena integración, todos cambiamos un poco. Ellos se vuelven protectores, somos sus vínculos más estrechos, sus referentes, su manada, y su regazo de la tarde donde echar una siesta.
– Ellos, para nosotros, son ese desahogo emocional de cada día, nuestros confidentes silenciosos, el consuelo de las tristezas y la explosión de los instantes de risas y distensión.
Cuando somos adoptados por una mascota nuestra familia se hace más grande, y nuestro corazón más fuerte. Cuidarlos será entonces una obligación, pero quererlos, es el mejor de los privilegios.

Mi mascota es única, y yo soy único/a para él

Si hay un aspecto gratificante a la hora de integrar a un perro o un gato en nuestra familia, es la sensación de que somos el centro de sus existencias. No pasa nada si un día te levantas de mal humor, o si hoy la jornada ha terminado de la peor forma posible y has fracasado en tus objetivos…
Para ellos, para nuestros animales, siempre somos los mismos pase lo que pase. No importan tus errores, tus descuidos, tu aspecto y aún menos cuál sea tu pasado. Ellos viven el momento presente y solo saben demostrarte que  eres alguien que merece ser amado/a
En ocasiones, ataviados como vamos con nuestras preocupaciones diarias, con nuestras prisas y responsabilidades, no nos damos cuenta de cómo nos atienden las miradas de nuestros perros, de nuestros gatos… Y es algo que deberíamos hacer.
Ellos viven cada momento de la forma más plena posible. El ayer no existe y el mañana no tiene sentido,solo ansían pasar un buen rato contigo, esperando siempre que sea el mejor, el más intenso distendido y feliz.
No son exigentes, nunca te juzgarán y tienen la sutil habilidad de sacar lo mejor de ti. Cuando llegas a casa con la tristeza pegada en tu rostro, ellos, tus mascotas, tu familia, saben como desvanecer tus penas al instante.
Siempre aceptan un abrazo, una caricia y una palabra amable. Se dejan querer esperando que tú hagas lo mismo. Son criaturas leales que hacen nuestro día a día una aventura de anécdotas, de instantes amables que siempre dormirán en el mejor lado de tu corazón.
 Fuente: Rincón del Tibet

viernes, 19 de enero de 2018

¿LOS ANIMALES TIENEN ALMA?

Hoy en día el estudio que se realizan a nuestros animales de compañía, son cada vez más exhaustos y certeros. Los descubrimientos que van aportando las investigaciones, hace pensar que nuestros queridos amigos, sobre todo perros y gatos, tienen emociones e incluso conciencia, tan solo basta observar sus miradas, sus actos hacia nosotros, el amor que nos profesa. Todo aquel que tenga un animal de compañía sabrá de lo que hablamos. Entonces a nosotros nos salta esta pregunta;
¿Si tienen emociones, sentimientos, conciencia? ¿Porqué los animales no van a tener Alma?
En el mes de Diciembre del 2014, saltó a las noticias unas declaraciones del Papa Francisco que hacían referencia al lugar donde iban los animales cuando morían y es que el pontífice, citando al apóstol Pablo, dijo: “Un día veremos a nuestros animales de nuevo en la eternidad de Cristo. El paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios”, lo que lleva a decir que los animales tienen alma.

Todo vino a raíz de que un niño se acercara al Santo Padre comunicándole que su perro había fallecido, a lo que el Papa, consolándolo le afirmó que “su perro iría al cielo“.
La polémica no tardaría en saltar dentro del Vaticano entre los más conservadores, que lo interpretan como un cambio en el catolicismo y consideran que los animales no tienen alma. Tema que ha sido de mucha controversia, ya el Papa, Juan Pablo II afirmaba que los animales tienen alma y por el contrario Benedicto XVI en el año 2008 declaraba que no.

Independientemente de lo que afirmen los pontífices y las opiniones del interior del vaticano,  este es un tema del que cada persona tiene su propio criterio, sin tener nada que ver con el veredicto de religiones o por lo que otros pongan en juicio.

¿ Los animales tienen alma?

Podría ser posible, si la tenemos los seres humanos.
¿Y si reparamos en una cuestión? Si a la palabra animal, le quitamos la “L” lo que queda es, ANIMA y ¿qué es sino el ánima?…  pues, el Alma.

Por otro lado si los animales tienen conciencia, también existe la posibilidad de que tengan alma. Y decimos que los animales tienen conciencia porque un grupo de científicos, entre ellos Stephen Hawking, tras las investigaciones realizadas aseguraron que los animales sí que tienen un visible grado de conciencia. Los animales tienen  en su cerebro los substratos que llegan a la conciencia, según los datos, los animales sobre todo esos que tenemos en nuestra compañía  poseen bastantes  más capacidades de la que se pensaba.
Habrá muchos que lo califiquen de ridículo, lo que demuestra lo arrogante que somos la humanidad al creernos únicos y exclusivos en ciertos aspectos y es porque olvidamos que el mundo no está creado para nosotros, sino que fuimos creados en él.

Entonces ¿dónde van nuestras mascotas cuando mueren?


Todas aquellas personas que amamos a los animales seguro que pensamos que nuestra mascota cuando fallece no se va para siempre y que a pesar de la tristeza que nos embarga tras su muerte, nos aferramos a que hay “otro lado” para ellos también, y que el alma de los animales viajan a un lugar donde seguirán siendo felices.
Hay un libro que recomiendo  escrito por Laila del Monte que se titula “¿Por qué lloráis lo que no muere?”  En él explica la transición de los animales hacia el más allá después de la muerte de nuestra mascota y nos ayuda a disipar las dudas y preguntas que nos hacemos sobre la muerte de los animales, contribuyendo a que veamos más claramente que existe para ellos “después”.

Sea lo que sea, con toda probabilidad nuestras mascotas cuando fallecen tienen un paraíso, tienen un cielo esperándoles en el más allá pues como dice el Papa Francisco el paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios y ellos sin duda se lo merecen por sus cualidad de ser seres incondicionales, ellos nos amará por encima de todas las cosas y jamás nos fallarán.
¿Acaso no se merecen un paraíso? ¿Un cielo para mascotas en el que descansen felices?
Nuestras mascotas tienen emociones, tienen conciencia, luego tienen alma.