La
displasia de cadera es un problema muy frecuente en determinadas razas:
BullDog, Dogo de Burdeos, San Bernardo, Mastín Napolitano, Pastor
Alemán, Rottweiler, Golden… todas ellas presentan una incidencia por
encima del 20%.
La
displasia es una enfermedad multifactorial, multigénica y hereditaria,
es decir, son varios los factores que predisponen y causan la displasia
de cadera, son varios los genes implicados en su aparición y tiene
carácter hereditario.
Los
factores ambientales cada vez son más importantes en el desarrollo de
la displasia de cadera, es necesario el factor genético para desarrollar
la enfermedad pero este no es el único factor. La genética es un factor
necesario pero no excluyente, es decir se puede tener la predisposición
genética y no desarrollar la enfermedad pero si no se tiene
predisposición esta seguro que no se desarrolla.
Existen
varios grados de displasias, y también aquellas que aparecen cuando el
perro es cachorro o las que dan problema ya en edad adulta; pero en este
artículo nos centraremos en el tratamiento y específicamente en el
tratamiento de la displasia a los perros jóvenes.
Clasificación de los grados de displasia según la OFA:
Grado I: mínima alteración con pequeña subluxación y escasos cambios degenerativos.
Grado II: marcada subluxación lateral de la cabeza femoral, cuyo 25-50 % está fuera del acetábulo.
Grado III: el 50-75 % de la cabeza femoral está fuera del acetábulo; hay cambios degenerativos importantes.
Grado IV: luxación de la cabeza femoral con aplanamiento del borde acetabular y la cabeza femoral; hay cambios degenerativo importantes.
La presentación en el perro joven es normalmente entre los 5 y los 6 meses y viene marcada por una cojera importante.
No se considera que un perro está libre de displasia hasta que con dos años de edad ya cumplidos no se observan problemas ni incongruencias en las radiografías de control.
La alimentación es uno de los factores que predispone a la aparición de
displasia de cadera, desequilibrios Calcio-Fósforo que debe guardar una
correlación Ca1.6% – P1.1% y sobretodo no sobrealimentar ni aportar en exceso
proteínas nos permite minimizar la incidencia de displasia de cadera.
Una alimentación hipocalórica a partir de los 3 meses y hasta los 8
meses protege de la displasia sobretodo a perros con un rápido
crecimiento. El exceso de peso a los 60 días es otro de los factores que
predispone a la enfermedad.
La
displasia de cadera en el cachorro debuta normalmente a partir de los 5
o 6 meses, antes no es posible observar ningún problema. El perro con
displasia habrá sido completamente normal y se ha desarrollado sin dar
señales de ningún problema. El debut suele presentarse como una cojera
aguda que impide al perro jugar como lo había hecho hasta la fecha.
Podemos observar cambios en las ganas de jugar, negativas a la hora de
salir de paseo, de relacionarse con otros perros o con los propietarios.
Son frecuentes los cambios de humor, los resbalones frecuentes de las
patas traseras, la incomodidad e incluso rehúse a ser tocado y el hecho
de “huir” de los niños en perros que hasta hace pocos días eran
juguetones y cariñosos.
Algunas
veces al cumplir el 90% del crecimiento entre los 8 y los 11 meses los
signos pueden reducirse e incluso llegar a desaparecer. De todas maneras
la displasia permanece y en muchos casos los problemas reaparecen
pasado un tiempo y más temprano que tarde aparecen signos de artrosis en
las caderas.
Los signos clínicos más frecuentes son:
*Cojera que puede aumenta con el ejercicio
*Caminar y trotar con balanceo de caderas
*Rigidez matutina
*Dificultad para levantarse
*Atrofia muscular
*Negativa a moverse
*Cambios en el humor
*Dolor a la palpación
*Signo de Ortolani.
Aunque
existen métodos quirúrgicos: escisión del músculo pectíneo, triple
osteotomía de cadera, artroplastia de la cabeza femoral, osteotomía de
pubis, forage, prótesis de cadera al mayoría se practican cuando el
perro es joven para, supuestamente disminuir la posibilidad de artrosis
coxofemoral secundaria en la edad adulta. La prótesis de cadera debe
reservarse para casos graves y una vez ha finalizado el crecimiento.
El tratamiento médico se basa en antiinflamatorios. Debemos incluir condroprotectores ya que reducen la incidencia de artrosis y protegen el cartílago
articular. Éstos son usados en perros sénior de forma muy general pero
son muy útiles como proetector articular en perros en crecimiento, existen condroprotectores específicos para perros jóvenes. La reducción de peso, el ejercicio moderado y sobretodo regular
son otros de los puntos básicos, así como las mejoras en el entorno y
el hecho de dormir en un lugar cálido y alejado de las humedades.
La
fisioterapia puede ayudar mucho a desarrollar mejor la musculatura a
reducir el dolor, a sacar tensiones y eliminar compensaciones que el
perro ha realizado con las posturas incorrectas y las posiciones
antiálgicas.
La principal mejora en el entorno es dormir en un buen colchón terapéutico, no pasar frío ni exponerse a mucha humedad.
Podemos ayudar de muchas manera a nuestro perro con displasia de cadera, el ejercicio
físico regular nos puede ser de mucha utilidad al mejorar la masa
muscular que hace soportar mejor la mala congruencia articular, evitar
los impactos, los saltos o las carreras descontrolas durante la
presentación del cuadro son también elementos importantes. La
fisioterapia y los masajes permiten tener siempre al perro en un estado
muscular correcto, y todos los tratamientos coadyuvantes como son la
acupuntura, masajes o reiki también pueden colaborar en el tratamiento.
La última novedad son los soportes de cadera que ayudan a estabilizar la pelvis, dan soporte y mejoran mucho la calidad de vida de nuestras mascotas.
Este artículo sólo pretende informar. Consulta siempre con tu veterinario.
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