Durante las dos primeras semanas de su vida un cachorro mantiene los párpados permanentemente cerrados porque sus ojos aún no se han desarrollado del todo, no están listos aún para descubrir el mundo. Una vez que pasan 14-16 días llega el momento de abrirlos y empezar a mirar y ver lo que les rodea.
Así comienza la aventura de un cachorro, un reportaje de la BBC que es
tan fascinante como zampable. Esta pequeña empieza a moverse gracias a
sus ojos pero, claro, no ve el mundo como nosotros. Los perros, como
bien sabéis, ven menos colores que los humanos y utilizan, por encima de los demás sentidos, el olfato.
Su
gama cromática es más reducida, mientras que nosotros tenemos tres
colores primarios -rojo, verde y azul-, los perros tienen dos, el azul y el amarillo.
Es decir, su visión se podría comparar a la de un daltónico que no distingue el rojo y el verde, algo que se conoce como deuteranopia.
Esta
es la razón por la que es buena idea comprar a tu perro juguetes que
sean azules o amarillos: para ellos un juguete rojo o naranja sobre la
hierba verde es... casi invisible.
El reportaje de la BBC, parte de The Secret Life of Dogs,
también nos explica cómo ven los perros las cosas en movimiento; casi
como si fuera a cámara lenta. Su visión está pensada para cazar a una
presa, por eso son capaces de ver mejor algo que se mueve. Por eso
atrapan la chuche mejor que nadie o pillan la pelota al vuelo.
Pocas personas están preparadas para afrontar la muerte de su perro.
Ese dolor puede ser tan intenso que muchos se sorprenden al sentir
mayor pesar por la muerte de un can que tras la de un familiar cercano. Y
se sienten verdaderamente culpables por ello: parece que no "está bien
visto" pasarlo tan mal cuando es "sólo un perro" el que ha muerto. ¿Cómo
es posible que sea tan duro y tan complicado superar ese duelo? Es
justamente lo que tratamos de analizar aquí, detallando las razones que
nos llevan a estar hundidos en esa gran tristeza. Para poder explicarlo
mejor a otras personas y a nosotros mismos.
Hay textos que ofrecen un cierto consuelo en esos momentos. También hay consejos prácticos que ayudan a entender y afrontar esa temida situación.
Dependerá
de si uno es creyente o no, de si cree en algún tipo de "más allá",
pero un proceso de duelo siempre será personal e intransferible, no hay un "periodo lógico" tras le cual ya debes sentirte mejor y tienes que haberlo superado. Y no, en ningún caso has de sentir culpabilidad por estar triste.
Las teóricas fases del duelo (negación, enfado, negociación, depresión, aceptación) son,
eso, teóricas. Este gráfico lo expresa a la perfección. Un proceso de
duelo no tiene porqué ser necesariamente ordenado, puede ser caótico,
repleto de altibajos y de reacciones inesperadas. Puedes encontrarte
mejor unos días y de pronto volver a tener un bajonazo... ¡es normal!
En EEUU y UK es fácil encontrar asociaciones que proporcionan ayuda y consejos, incluso chats online o teléfonos gratuitos que permiten hablar con voluntarios o psicólogos especializados para afrontar esos momentos con ayuda de profesionales.
Pero, ¿por qué es tan complicado? ¿Cómo es posible que llegue a afectarnos tanto?
Estos consejos y reflexiones, inspirados en un texto de PsychCentral, son realmente pertinentes.
Ayudan a tener una perspectiva más amplia y ayudan a entender ciertos
sentimientos. Porque está claro que para la gran mayoría la muerte de un
perro es comparable (o aún más dolorosa) que la muerte de un familiar. Y
también está claro que sigue dándonos vergüenza, de alguna manera, el expresarlo en voz alta.
- Has perdido un amor incondicional y constante.
Es algo que casi nunca o nunca llegas a vivir con un humano porque con
un animal no hay barreras, no hay juicios, no hay emociones encontradas.
Sólo hay amor constante.
- Has perdido mucho de golpe:
las rutinas cotidianas en torno a tu perro, la gente a la que te
encontrabas en los paseos o en los parques, la razón para salir a la
calle, los planes o rutas de fin de semana que disfrutabais juntos, la
felicidad física que genera el mirar a tu perro... para ciertas personas el perro es el núcleo de su día a día y de pronto todo esto se desvanece.
- Has perdido una compañía constante.
Lo más probable es que pasaras más tiempo junto a tu can que junto a
ninguna otra persona. Para mucha gente, de hecho, su can es su única compañía, ¿cómo no va a ser una pérdida devastadora?.
- Tu perro te permitía expresar una parte de ti que probablemente nadie más vea y eso también lo has perdido.
- Puede que en tu entorno, en tu círculo de amigos o en el trabajo, no entiendan la intensidad de tu dolor y eso hace que uno se sienta aún más solo/a, que eches de menos aún más a ese ser, tu perro, que tan bien te entendía.
-
Tú eras quien se ocupaba del bienestar y de la felicidad de ese can, y
ahora de pronto ya no está. Esto es algo que, de alguna manera, le da sentido a la vida de mucha gente y cuando, de pronto, desaparece, queda un hueco enorme, un vacío difícil de llenar.
El duelo se complica cuando
afloran sentimientos de culpabilidad (¿Hice realmente todo lo que pude
para salvarlo? ¿Si sólo hubiera ido antes al veterinario?) y, sin duda,
cuando has tenido que tomar la decisión de dormir a tu perro.
La
eutanasia, incluso aunque sea recomendada por un veterinario, es un
brutal mazazo para el alma. Sí, por un lado sabes que era lo correcto
pero es posible que todo tu ser te diga lo contrario, que deberías /
podrías haber hecho algo más, esperado un poco más, luchado un poco
más... Es demoledor recordar esos momentos y saber que la decisión fue
tuya.
No te castigues, no sientas ni culpa ni vergüenza por tu dolor:
date espacio, date tiempo, habla con quien pueda entenderte... No hay
recetas ni tampoco calendarios lógicos, no hay una forma correcta de
afrontar la muerte de un perro. Cada can es único, cada vínculo entre un
perro y un humano también y por ello, cada proceso de duelo será
siempre diferente.
El intenso y visceral dolor es el reverso de
ese vínculo igual de visceral e intenso que algunos hemos tenido la
suerte de conocer.
Hace un tiempo un pit bull
causaba heridas graves a un bebé de 18 meses en Londres (Reino Unido) y
era sacrificado de un disparo por la policía, 24 horas después de que
el mismo animal atacara a un niño de cinco años, según informan medios
británicos como el 'Daily Mail'. En nuestro país, hace un par de semanas que un dogo canario hirió a una mujer y su hija pequeña tras matar a un bichón maltés; días después un rottweiler atacaba a su veterinaria.
Casos como estos reavivan el debate sobre lo que la legislación
española denomina "perros potencialmente peligrosos", capaces de causar
grandes daños por su físico. ¿De quién es la culpa y cómo evitarlo?
Decir que los perros no aman es ignorante
Suele decirse que las mascotas se parecen a sus dueños, hasta el punto de que un estudio
de la Universidad de Leicester (Reino Unido) asegura que la 'simpatía'
de una persona —evaluada mediante un test psicológico— determina su
predilección por los perros que se consideran más agresivos. Los
resultados mostraron que los dueños más jóvenes y menos 'agradables'
tendían a preferir aquellos canes considerados peligrosos, como por
ejemplo los boxers. Estas personas no presentaban una mayor tendencia a
la delincuencia, sino que querían mostrar su estatus. Exacto: un perro
grande y fiero puede hacer las veces de Ferrari en determinados
contextos. Los métodos de entrenamiento "basados en la dominancia" defendidos por los programas de televisión pueden desatar la agresividad.
Distintas personas prefieren distintos perros, pero ¿significa eso que algunas razas son más violentas? Multitud de estudios señalan en que los factores que marcan la agresividad de uno de estos animales son variados, e insisten en que el rol principal lo juega el dueño, sobre todo en lo que respecta a la educación y socialización del animal en su juventud.
"La
influencia del ambiente durante el período de socialización (entre 3 y
12 semanas) es muy importante. Hasta las razas más dóciles pueden
volverse agresivas si no aprenden durante este período que otras
personas y perros son seguros". No haber tenido antes
un perro, no entrenarlo, mimarlo y dedicarle poco tiempo son algunos de
los factores que pueden convertir nuestra mascota en violenta. En otras
palabras: darle una mala educación.
La educación inicial es uno de los puntos clave. Un estudio de la Universidad de Pennsylvania publicado
en la revista 'Applied Animal Behavior Science' en 2009 concluyó un
entrenador agresivo obtiene a cambio un perro agresivo. Métodos de
aprendizaje como golpes e intimidación hacen poco por corregir los malos
comportamientos, pero pueden provocar respuestas agresivas.
Estos
sistemas "basados en la dominancia" y defendidos por programas de
televisión y los defensores del entrenamiento de castigo pueden desatar
la violencia hacia los dueños, pero además son erróneos en su base.
Existe la creencia de que los perros agresivos intentan imponer su
control sobre animales y personas y que la solución es ejercer nosotros
el dominio. Esto es una leyenda urbana. Un estudio de la Universidad de Pennsylvania concluyó que un entrenador agresivo obtiene a cambio un perro agresivo.
Otro
trabajo publicado en la revista 'Journal of Veterinary Behaviour'
explica que las relaciones entre estos cánidos se crean fruto de la
experiencia y no de un deseo de mostrar control sobre el resto. No hay
necesidad de mantener el liderazgo en la manada, ni tampoco de que el
dueño se imponga como 'macho alfa' sobre su mascota. Macho 'alfa', un
concepto sobre el que el ser humano también tiene una idea errónea: como
bien explica Carl Safina en una columna en 'The New York Times', el verdadero macho alfa es empático y respetuoso. En otras palabras, los animales que muestran estos comportamientos los reciben fruto de un entrenamiento humano inadecuado.
Comprender
las causas que desencadenan los perros es fundamental para impedir
ataques y muertes humanas, también para evitar sacrificios innecesarios.
Un estudio de la Universidad de Córdoba (España) llevado a cabo en 2009
con más de 700 animales demostró que el tamaño pequeño, el sexo
masculino, una edad comprendida entre los 5 y los 7 años y sí, también
la raza, eran factores que determinaban la agresividad a nivel
poblacional. Sin embargo, el mismo análisis concluía que todo esto tenía
un "peso mínimo" en el comportamiento del animal individual.
La solución no es fácil: "Escoger cachorros de padres
dóciles y amistosos y hacerles sociabilizar entre las 3 y 12 semanas de
edad serían los factores más importantes". El resto depende de nosotros: "educar a la sociedad
para que aprenda a leer el lenguaje corporal" de estos animales para
interactuar con ellos de forma más segura sería una buena solución.
Cualquier raza puede ser agresiva, pero la causa no está en el perro
Según un estudio de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena los perros son capaces de interpretar el comportamiento humano,
porque nos estudian continuamente y se esfuerzan por entendernos. “Los
perros ya hacen un esfuerzo enorme por entender nuestros gestos e
incluso lo que les decimos. Ahora nos toca a nosotros”, sostiene Ingrid.
Entender las necesidades del perro desde el primer momento y
adiestrarle desde cachorro para vivir en sociedad evitará males mayores
en un futuro: problemas de comportamiento, posibles situaciones
incómodas conflictivas e incluso abandonos. El perro se sentirá más
comprendido y mucho menos estresado en su día a día y el amo más
conectado a su mascota, seguro y tranquilo con su animal de compañía.
Entender al perro y adiestrarle desde cachorro hará que el animal se sienta más comprendido y menos estresado”
Esta es una de las grandes tareas pendientes en España, según
esta psicóloga canina (I. Ramón) que ha trabajado en países donde la relación
humano-perro es mucho más avanzada. “En otros países como Reino Unido o
Estados Unidos ocurre algo totalmente inverso: en esos países la gente tiene muy asumido que a un cachorro hay que educarlo lo antes posible y que esto debe hacerlo un profesional, así que lo primero que hacen es apuntarse a clases de cachorros”.
Sería como el equivalente a tener un niño y llevarlo al colegio,
indica. Además, los propietarios de animales tienen el hábito de
llevarlos a clases de obediencia, tanto en grupo con privadas: “De esta
manera se ahorran muchos de los problemas más comunes en la convivencia
con perros y crean un mejor y mayor vínculo con el perro”, comenta.
En España, esto se hace poco. Nos encontramos entonces con
perros adultos poco equilibrados, muchas veces porque se ha obrado mal
por desconocimiento. ¿Los errores más comunes a la hora de educar? “Socializar al perro incorrectamente, pegarle o estresarle cuando no hace lo que ellos quieren sin habérselo enseñado”, comenta la profesional en educación canina.
La agresividad: el principal motivo de consultas a adiestradores
Educar al perro desde cachorro con ayuda profesional evita muchas situaciones futuras de conflicto. “Los principales problemas por los que nos contratan en España son agresividad y ansiedad por separación”, explica Ingrid. La agresividad puede llevar a sustos e incluso a la muerte, como ocurrió a una mujer de 40 años que apareció muerta en su domicilio de Madrid a causa de las mordeduras de uno de sus perros.
En países como Estados Unidos o Reino Unido los propietarios de
perros tienen la costumbre de llevarlos a adiestradores desde cachorros,
como a un niño al colegio”
La agresividad es un tema preocupante para cualquier amo de
perro, que se ve frustrado cuando se descontrola la situación y se
siente incapaz de dominar al animal. Pero el perro, según destaca
Ingrid, ante todo intenta evita el conflicto. Sin embargo, recurre a la agresividad como una herramienta para defenderse ante una situación que le incomoda. El problema es que hemos negado esa capacidad al perro, y nos escandaliza cuando utiliza su naturaleza animal.
“El estándar de exigencia que tiene un perro no se lo presuponemos a ningún otro animal.
Por ejemplo, si hay un cocodrilo con hambre y tu le metes la mano en su
comida, a pocos nos sorprendería que defendiera su comida y nos
mordiera; en cambio, de un perro se considera un ultraje que haga
exactamente eso. Son comportamientos que se pueden y se deben enseñar
(correctamente) para una convivencia sana, pero que muchas veces se le
exigen al perro porque es lo que ‘debe’ hacer”.
“Un perro que necesita llegar a gruñir e incluso te muestra los dientes o muerde indica que está claramente en conflicto contigo.
Te está diciendo que hay algo en la situación que no le gusta, que está
incómodo, que por favor pares. Y si no es el caso, necesitará
defenderse. Sea cual sea la razón, el gruñido e incluso el mordisco son
la punta de iceberg”, continúa.
En estos casos, en lugar de acudir al castigo (algo que solo
aumentará la agresividad o romperá vuestra relación y lo convertirá en
una bomba de relojería), la experta explica que “hay que descubrir la raíz del problema
(dolor, miedo a ser tocado, posesividad de recursos, estrés, malas
asociaciones, etc…). Cuando la trabajemos, eliminaremos todas estas
advertencias automáticamente”, sostiene.
El mal comportamiento es la razón del 11% de los abandonos de animales de compañía”
Tratar la agresividad en perros
La
agresividad es un problema que trae de cabeza a los dueños. Tanto es así
que según datos de la Fundación Affinity, el mal comportamiento es la razón del 11% de los abandonos de animales de compañía, muy por delante del fin de la temporada de caza, por ejemplo.
¿Cómo trata un profesional un problema de agresividad en un animal que ha adquirido ese comportamiento? “Lo primero que trabajo son los niveles de estrés para proporcionarle más calma al perro y
que así sea capaz de aprender, además de mejorar automáticamente su
calidad de vida. Una vez se consigue esto (y nunca antes) se le puede
enseñar al animal otras maneras de vivir esa situación, comportamiento
nuevos y soluciones diferentes a las que está tomando hasta ahora”,
explica la psicóloga canina.
Es importante saber que este problema puede afectar a cualquier raza, no únicamente a las consideradas como PPP (Perros Potencialmente Peligrosos). Por eso esta educadora canina está muy en contra de esta calificación.
“Es una ley sin ninguna base científica y que no ha servido más que para una cosa: condenar a millones de perros al estigma social a acabar abandonados y con muy pocas probabilidades de adopción, ya que el camino para hacerlo está lleno de trabas”, sentencia.
Catalogar a unas razas como PPP es “condenar a millones de perros al estigma social a acabar abandonados”
Aun así, no son pocos los países europeos donde está
directamente prohibido tener perros catalogados como razas
potencialmente peligrosas. “En algunos países parece ser que es más fácil, barato y provechoso prohibir que educar.
El miedo social creado también influye y el hecho de que se tengan
perros sin tener conocimientos previos tampoco ayuda”.
El líder de la manada. ¿Cómo educar a un perro?
Otro de los conceptos que se han hecho famosos en estos últimos años y
que es muy criticado por esta adiestradora es el de educar siendo “el
líder de la manada”: “Cuando enseñas a un perro así, te hace caso porque te tiene miedo y quiere evitar el castigo y los efectos para él son devastadores”.
El problema de esto es que mucha gente que utiliza este método “no observa los signos de miedo que expresa el perro y se piensa que porque ha dejado de hacer un comportamiento es gracias a que ellos han sido ‘líderes o machos alpha’”. Mentira
La realidad es que “el perro se está inhibiendo por miedo al castigo.
Una vez el “educador” desaparezca o la motivación para hacer el
comportamiento sea más alta, volverá a surgir, y normalmente con más
intensidad. Un líder enseña, educa, saca lo mejor de ti, lo potencia y
te anima a seguir tu destino. Lo contrario de esto es un dictador”.
Un líder enseña, educa, saca lo mejor de ti, lo potencia y te anima a seguir tu destino. Lo contrario de esto es un dictador”
Educar en positivo
Entonces, ¿cuál es el método? “El adiestramiento en positivo, un
método que requiere de grandes conocimientos de cómo siente, vive y
aprende un perro”, explica. “No hay necesidad de correcciones, ya que al facilitarle el camino para que solo lo pueda hacer bien, el perro aprende directamente lo que queremos que haga. Y si para él es beneficioso (y ese es nuestro trabajo, hacer que lo sea) lo repetirá sin ningún problema”.
Es mucho más que solo dar premios: “Es entender al perro, guiarlo y
darle lo que quiere a través de un comportamiento que nosotros valoramos
como correctos. Todo ha de ser divertido para los dos, ¡se aprende
jugando!”, dice Ingrid.
“Lo primero que debemos entender es que si un perro hace algo es porque hay un beneficio para él,
aunque a nosotros a primera vista no nos lo parezca. Por ejemplo, si un
perro tiene miedo a que otros perros se le acerquen, puede haber
aprendido a ladrar e incluso mostrar signos más evidentes de
agresividad, para así conseguir que otros perros se alejen y le dejen
tranquilo”.
Esta conducta puede ser problemática para nosotros, pero para el animal es efectiva y por eso la lleva a cabo. “Aquí es donde necesitamos a un buen profesional para que nos ayude a cambiar la percepción del perro, a hacerle positiva esa situación que vive como negativa”, comenta la adiestradora.
Una conducta que puede ser problemática para nosotros, para el animal puede ser efectiva y por eso la lleva a cabo”
Porque para tener una sociedad con perros equilibrados solo
hay un camino: un mejor entendimiento entre humanos y caninos. Los
perros ya están haciendo su esfuerzo con la gran capacidad de
adaptación. Ahora faltamos nosotros.
Para tener una sociedad con perros equilibrados solo hay un camino: un mejor entendimiento entre humanos y caninos”