viernes, 16 de febrero de 2018

¿POR QUÉ DUELE TANTO LA MUERTE DE TU PERRO?

Pocas personas están preparadas para afrontar la muerte de su perro.

Ese dolor puede ser tan intenso que muchos se sorprenden al sentir mayor pesar por la muerte de un can que tras la de un familiar cercano. Y se sienten verdaderamente culpables por ello: parece que no "está bien visto" pasarlo tan mal cuando es "sólo un perro" el que ha muerto. ¿Cómo es posible que sea tan duro y tan complicado superar ese duelo? Es justamente lo que tratamos de analizar aquí, detallando las razones que nos llevan a estar hundidos en esa gran tristeza. Para poder explicarlo mejor a otras personas y a nosotros mismos.

Hay textos que ofrecen un cierto consuelo en esos momentos. También hay consejos prácticos que ayudan a entender y afrontar esa temida situación.
Dependerá de si uno es creyente o no, de si cree en algún tipo de "más allá", pero un proceso de duelo siempre será personal e intransferible, no hay un "periodo lógico" tras le cual ya debes sentirte mejor y tienes que haberlo superado. Y no, en ningún caso has de sentir culpabilidad por estar triste.
Las teóricas fases del duelo (negación, enfado, negociación, depresión, aceptación) son, eso, teóricas. Este gráfico lo expresa a la perfección. Un proceso de duelo no tiene porqué ser necesariamente ordenado, puede ser caótico, repleto de altibajos y de reacciones inesperadas. Puedes encontrarte mejor unos días y de pronto volver a tener un bajonazo... ¡es normal!

En EEUU y UK es fácil encontrar asociaciones que proporcionan ayuda y consejos, incluso chats online o teléfonos gratuitos que permiten hablar con voluntarios o psicólogos especializados para afrontar esos momentos con ayuda de profesionales.

Pero, ¿por qué es tan complicado? ¿Cómo es posible que llegue a afectarnos tanto? 
Estos consejos y reflexiones, inspirados en un texto de PsychCentral, son realmente pertinentes. Ayudan a tener una perspectiva más amplia y ayudan a entender ciertos sentimientos. Porque está claro que para la gran mayoría la muerte de un perro es comparable (o aún más dolorosa) que la muerte de un familiar. Y también está claro que sigue dándonos vergüenza, de alguna manera, el expresarlo en voz alta.

- Has perdido un amor incondicional y constante. Es algo que casi nunca o nunca llegas a vivir con un humano porque con un animal no hay barreras, no hay juicios, no hay emociones encontradas. Sólo hay amor constante.
- Has perdido mucho de golpe: las rutinas cotidianas en torno a tu perro, la gente a la que te encontrabas en los paseos o en los parques, la razón para salir a la calle, los planes o rutas de fin de semana que disfrutabais juntos, la felicidad física que genera el mirar a tu perro... para ciertas personas el perro es el núcleo de su día a día y de pronto todo esto se desvanece.
- Has perdido una compañía constante. Lo más probable es que pasaras más tiempo junto a tu can que junto a ninguna otra persona. Para mucha gente, de hecho, su can es su única compañía, ¿cómo no va a ser una pérdida devastadora?.
- Tu perro te permitía expresar una parte de ti que probablemente nadie más vea y eso también lo has perdido.
- Puede que en tu entorno, en tu círculo de amigos o en el trabajo, no entiendan la intensidad de tu dolor y eso hace que uno se sienta aún más solo/a, que eches de menos aún más a ese ser, tu perro, que tan bien te entendía.
- Tú eras quien se ocupaba del bienestar y de la felicidad de ese can, y ahora de pronto ya no está. Esto es algo que, de alguna manera, le da sentido a la vida de mucha gente y cuando, de pronto, desaparece, queda un hueco enorme, un vacío difícil de llenar.

El duelo se complica cuando afloran sentimientos de culpabilidad (¿Hice realmente todo lo que pude para salvarlo? ¿Si sólo hubiera ido antes al veterinario?) y, sin duda, cuando has tenido que tomar la decisión de dormir a tu perro.
La eutanasia, incluso aunque sea recomendada por un veterinario, es un brutal mazazo para el alma. Sí, por un lado sabes que era lo correcto pero es posible que todo tu ser te diga lo contrario, que deberías / podrías haber hecho algo más, esperado un poco más, luchado un poco más... Es demoledor recordar esos momentos y saber que la decisión fue tuya.

No te castigues, no sientas ni culpa ni vergüenza por tu dolor: date espacio, date tiempo, habla con quien pueda entenderte... No hay recetas ni tampoco calendarios lógicos, no hay una forma correcta de afrontar la muerte de un perro. Cada can es único, cada vínculo entre un perro y un humano también y por ello, cada proceso de duelo será siempre diferente.
El intenso y visceral dolor es el reverso de ese vínculo igual de visceral e intenso que algunos hemos tenido la suerte de conocer.

Fuente: Sr.Perro