Pocas personas están preparadas para afrontar la muerte de su perro.
Ese dolor puede ser tan intenso que muchos se sorprenden al sentir
mayor pesar por la muerte de un can que tras la de un familiar cercano. Y
se sienten verdaderamente culpables por ello: parece que no "está bien
visto" pasarlo tan mal cuando es "sólo un perro" el que ha muerto. ¿Cómo
es posible que sea tan duro y tan complicado superar ese duelo? Es
justamente lo que tratamos de analizar aquí, detallando las razones que
nos llevan a estar hundidos en esa gran tristeza. Para poder explicarlo
mejor a otras personas y a nosotros mismos.
Hay textos que ofrecen un cierto consuelo en esos momentos. También hay consejos prácticos que ayudan a entender y afrontar esa temida situación.
Dependerá
de si uno es creyente o no, de si cree en algún tipo de "más allá",
pero un proceso de duelo siempre será personal e intransferible, no hay un "periodo lógico" tras le cual ya debes sentirte mejor y tienes que haberlo superado. Y no, en ningún caso has de sentir culpabilidad por estar triste.
Las teóricas fases del duelo (negación, enfado, negociación, depresión, aceptación) son,
eso, teóricas. Este gráfico lo expresa a la perfección. Un proceso de
duelo no tiene porqué ser necesariamente ordenado, puede ser caótico,
repleto de altibajos y de reacciones inesperadas. Puedes encontrarte
mejor unos días y de pronto volver a tener un bajonazo... ¡es normal!
En EEUU y UK es fácil encontrar asociaciones que proporcionan ayuda y consejos, incluso chats online o teléfonos gratuitos que permiten hablar con voluntarios o psicólogos especializados para afrontar esos momentos con ayuda de profesionales.
Pero, ¿por qué es tan complicado? ¿Cómo es posible que llegue a afectarnos tanto?
Estos consejos y reflexiones, inspirados en un texto de PsychCentral, son realmente pertinentes.
Ayudan a tener una perspectiva más amplia y ayudan a entender ciertos
sentimientos. Porque está claro que para la gran mayoría la muerte de un
perro es comparable (o aún más dolorosa) que la muerte de un familiar. Y
también está claro que sigue dándonos vergüenza, de alguna manera, el expresarlo en voz alta.
- Has perdido un amor incondicional y constante.
Es algo que casi nunca o nunca llegas a vivir con un humano porque con
un animal no hay barreras, no hay juicios, no hay emociones encontradas.
Sólo hay amor constante.
- Has perdido mucho de golpe:
las rutinas cotidianas en torno a tu perro, la gente a la que te
encontrabas en los paseos o en los parques, la razón para salir a la
calle, los planes o rutas de fin de semana que disfrutabais juntos, la
felicidad física que genera el mirar a tu perro... para ciertas personas el perro es el núcleo de su día a día y de pronto todo esto se desvanece.
- Has perdido una compañía constante.
Lo más probable es que pasaras más tiempo junto a tu can que junto a
ninguna otra persona. Para mucha gente, de hecho, su can es su única compañía, ¿cómo no va a ser una pérdida devastadora?.
- Tu perro te permitía expresar una parte de ti que probablemente nadie más vea y eso también lo has perdido.
- Puede que en tu entorno, en tu círculo de amigos o en el trabajo, no entiendan la intensidad de tu dolor y eso hace que uno se sienta aún más solo/a, que eches de menos aún más a ese ser, tu perro, que tan bien te entendía.
-
Tú eras quien se ocupaba del bienestar y de la felicidad de ese can, y
ahora de pronto ya no está. Esto es algo que, de alguna manera, le da sentido a la vida de mucha gente y cuando, de pronto, desaparece, queda un hueco enorme, un vacío difícil de llenar.
El duelo se complica cuando
afloran sentimientos de culpabilidad (¿Hice realmente todo lo que pude
para salvarlo? ¿Si sólo hubiera ido antes al veterinario?) y, sin duda,
cuando has tenido que tomar la decisión de dormir a tu perro.
La
eutanasia, incluso aunque sea recomendada por un veterinario, es un
brutal mazazo para el alma. Sí, por un lado sabes que era lo correcto
pero es posible que todo tu ser te diga lo contrario, que deberías /
podrías haber hecho algo más, esperado un poco más, luchado un poco
más... Es demoledor recordar esos momentos y saber que la decisión fue
tuya.
No te castigues, no sientas ni culpa ni vergüenza por tu dolor:
date espacio, date tiempo, habla con quien pueda entenderte... No hay
recetas ni tampoco calendarios lógicos, no hay una forma correcta de
afrontar la muerte de un perro. Cada can es único, cada vínculo entre un
perro y un humano también y por ello, cada proceso de duelo será
siempre diferente.
El intenso y visceral dolor es el reverso de
ese vínculo igual de visceral e intenso que algunos hemos tenido la
suerte de conocer.
Fuente: Sr.Perro